El pasado 4 de mayo tuve el privilegio de acompañar a doscientos veinte huérfanos de la masacre de Cassinga, muchos de sus familiares, un grupo de dirigentes namibios y a la embajadora de Cuba en Angola, Gisela García, a esa agreste localidad angolana y a Chamutete, donde radicó la brigada mecanizada reforzada cubana.
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