¿Qué decir hoy que no sea el panfleto acostumbrado repetitivo de unos, o la cola de paja de otros que recuerdan al Che como “algo de la juventud”? Tal vez decir provisionalmente (en la vida todo es provisorio) que si un día la izquierda del mundo se quedó sin el Che, también el mundo lo ha perdido aunque tarde en darse cuenta. La izquierda y el mundo lo sienten. Más allá y más acá de las ideologías, el Che se transformó en la imagen moral de la política.
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