Minutos antes de subir al IL-18 de Cubana de Aviación rumbo a Nicaragua, Roger Ricardo Luis dio el último beso a Iraida y la pequeña Patricia. Se agachó a la altura de su hija de nueve años y le dijo: “Voy a estar un tiempo lejos, tú verás que vuelvo pronto”. Era agosto de 1986. “Como corresponsal allí, tenía la guerra como un destino seguro”, cuenta.
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